Para que los equipos logren ciertos objetivos, es clave contar con instancias que permitan mejorar y desarrollar nuevas habilidades. Es decir, si queremos, por ejemplo, que nuestra organización mejore en atención al cliente/usuario, tenemos que entregar las herramientas para que funcionarios y/o trabajadores generen nuevos conocimientos y tengan mejores aproximaciones a sus quehaceres cotidianos.
En este tipo de actividades o talleres, contar con facilitadores o líderes inspiradores puede ser vital para el logro de esos objetivos de manera efectiva, al guiarnos por diversas actividades y motivarnos a participar desde nuestras propias fortalezas. Saliendo de la lógica vertical que no ofrece espacio a diálogo, el facilitador es capaz de orientar la conversación, extrayendo el conocimiento e ideas de los diferentes participantes, reconociendo sus habilidades y ayudándolos a pensar en conjunto.
“La facilitación es una habilidad transversal que no solo ayuda en la formación de lógicas de innovación, sino que también permite sostener reuniones con clientes, liderar equipos, manejar grupos y llegar a ciertas metas”, afirma Beatriz Hasbún, especialista en diseño y facilitación de experiencias de aprendizaje de Unit.
Entonces, ¿qué se debe considerar al momento de liderar actividades para grupos de trabajo?
1. Usar la expresión corporal: Para abrir la conversación y lograr generar confianza con el grupo, debemos asegurar que nuestro lenguaje físico inspire seguridad, amabilidad y calidez. Es decir, mostrarnos receptivos y empáticos. Para eso, podemos usar a nuestro favor la proyección y tonalidad de la voz, la respiración, y la postura.
2. Generar un ambiente acogedor: Para las personas es importante saber que están en un espacio donde se respetan las opiniones y donde todas las preguntas son válidas. El facilitador/a debe estar al servicio del grupo con humildad, y debe ser consciente que no es el experto/a, sino que está a disposición para que ocurran ciertos objetivos.
3. Conectar con los participantes: Es decir, generar interacciones positivas con ellos, especialmente si se debe realizar una intervención larga, haciendo preguntas como “¿Qué significa para ustedes este concepto?”. Además, se debe asegurar su comprensión, consultando si tienen dudas o quieren aportar con algún ejemplo.
4. Manejar tiempos y silencios: Como se trata de actividades de mucha interacción, es clave tener algunas técnicas para que los participantes se ajusten a los tiempos y guarden silencio de manera de dar las instrucciones correspondientes sin tener que hablar fuerte. Para eso, se recomienda tener a una persona con el rol de controlar el tiempo o usar un timer en caso de tener alguna sesión online.
5. Ser flexibles: Puede ocurrir que los tiempos que habíamos considerado para una actividad no fueron realmente los que los participantes requirieron para completar una tarea o que las conversaciones se empiecen a extender más de la cuenta. Si bien es clave que el facilitador intente llevar a cabo el diseño propuesto, hay que estar abierto a la opción de abrir nuevos caminos, dedicando más tiempo a una actividad y/o eliminando el desarrollo de otras.