“Para transformar las instituciones y generar espacios de innovación, no se puede tener instituciones jerárquicas”
Educación y futuro del trabajo

“Para transformar las instituciones y generar espacios de innovación, no se puede tener instituciones jerárquicas”

Para María Olivia Recart, rectora de la Universidad Santo Tomás, el valor de la adaptabilidad en tiempos de cambio es fundamental. Desde ahí -cuenta-, surgen no solo proyectos innovadores, sino también culturas horizontales que dan pie a la creación de más y mejor conocimiento.

Publicado el

6 minutos

Ideas clave

  1. El bienestar ya no solo es un elemento que debe ser resuelto por áreas de Recursos Humanos.
  2. En tiempos de cambio, los líderes han tenido que adaptarse y fortalecer cualidades como la colaboración, la comunicación y la capacidad de adelantar escenarios.
  3. Actualmente, el estilo de liderazgo tradicionalmente atribuido a lo femenino ha tomado más fuerza que nunca.
  4. Las empresas necesitan jefaturas flexibles, innovadoras y abiertas a escuchar las necesidades de sus equipos.

María Olivia Recart -ingeniera comercial con mención en Economía de la Universidad de Concepción– se define como una persona curiosa. Ese interés por aprender cosas nuevas y escuchar nuevos puntos de vista fue el que la llevó a aceptar, hace cuatro años, el cargo de rectora de la Universidad Santo Tomás. Una labor que partió como un desafío, pues llegó con la misión no sólo de acreditar la institución por 4 años, sino ingresarla al sistema único de admisión y adscribirla a la gratuidad. “Me gusta la aventura y aquí he aprendido un montón. Hay mucha gestión, aprendizaje y liderazgo. Me motiva el mejoramiento continuo”, dice.

Magíster en Economía de Georgetown University, María Olivia Recart fue vicepresidenta de Asuntos Corporativos en la empresa de minería BHP y, entre 2006 y 2010, fue Subsecretaria de Hacienda del gobierno de Michelle Bachelet. Su experiencia se ha centrado en políticas públicas, alta dirección de empresas y organizaciones sin fines de lucro. De hecho, actualmente es consejera de Comunidad Mujer.

Con 13 sedes, de Arica a Puerto Montt, Recart dice que Santo Tomás es una institución desafiante, pero que tiene el gran valor de aportar al crecimiento del país mediante la descentralización y, sobre todo, la innovación. Para incentivarla, afirma, hay que generar una cultura universitaria donde este elemento se encuentre al centro, pero sobre todo donde se permitan espacios de diálogo que fomenten la interdisciplinariedad. 

¿Cómo la educación online, impuesta por la pandemia, desafió a la comunidad universitaria a plantearse nuevas maneras de hacer las cosas?

— Menos mal que en nuestro caso, estábamos bien preparados. Ya teníamos nuestros sistemas completos en cloud, buen soporte y aulas virtuales. Cuando se impuso el encierro, entregamos becas de conectividad y computadores, e hicimos todo lo posible para que nuestros estudiantes pudieran conectarse. A veces, lo hacían por teléfono y desde lugares remotos de Chile, que no tenían internet. No solo el desafío tecnológico y físico fue enorme, sino también el didáctico y de metodología. No es lo mismo que un profesor se siente en una clase en vivo, a que proyecte su material en una pantalla, donde al otro lado pueden haber 20 o 30 estudiantes que están con la cámara apagada.

Hay un desafío que estamos empezando a ver que tiene que ver con cómo esto impacta en la metodología y en la didáctica del proceso de enseñanza y aprendizaje en la docencia. Nuestro aprendizaje y lo que nosotros queremos formar requiere de presencialidad. Por tanto, tomamos la decisión de que vamos a seguir siendo una institución que dicta clases en vivo, a pesar de usar la tecnología como apoyo. Creemos que nuestros estudiantes ganan mucho más con la presencialidad, y ellos así lo han manifestado.

En un contexto que refuerza el valor de la adaptabilidad, ¿cuál es la relevancia de la innovación para preparar a futuros profesionales? 

— Hay un valor enorme para innovar en las instituciones de educación superior. Santo Tomás es una institución innovadora y ágil, que se mueve rápido y que tiene muy buena gestión. Pero no podemos dormirnos en los laureles. Tenemos que seguir innovando, y esa innovación viene tanto desde los procesos propios de la universidad -como la vinculación con el medio, la docencia, el posgrado o la investigación-, como desde elementos de gestión.

Nosotros tenemos que inculcar el proceso de formación en la innovación, que es cómo tú aprendes a innovar desde diferentes frentes, ya sea en el mundo privado o social. Estudiar esto tiene enormes beneficios para el país. Cuando nosotros formamos a 27.000 estudiantes en todo Chile, ¿dónde van a trabajar nuestros estudiantes? En hospitales públicos, municipios, empresas y pymes de diferentes regiones. Todo lo que ellos hagan ahí es profesionalizar y trabajar por el mejoramiento continuo de las provincias. Eso tiene un valor enorme desde el punto de vista del desarrollo del país. Nosotros estamos educando al capital humano en las regiones y nuestra meta es formarlos en mirar la innovación como un proceso permanente, de mejoramiento continuo. 

Más allá del trabajo académico con los alumnos, ¿cómo se puede incentivar la innovación desde el cuerpo directivo o docente en las universidades?

— Lo primero que tienes que hacer, es generar una cultura de la innovación. En nuestro caso, la entendemos como la capacidad de hacer algo que transforme la vida de otros; es generar espacios donde la innovación tiene valor no solo desde lo económico, sino desde el logro del objetivo. No es un proyecto que se hace una vez, sino que vas generando una forma de enfocar el quehacer.

Hace poco, en una entrevista con el medio Ex-Ante, hablabas sobre la relevancia de desjerarquizar las instituciones en el sistema universitario. ¿Por qué te parece relevante para entender a las universidades?

— En Chile somos un país súper centralista, y para cambiar eso hay que ampliar nuestro mundo. Como autoridades, tenemos que viajar, escuchar, mirar, opinar y ser permeables a lo que dicen los alumnos, docentes, colaboradores y las comunidades. No podemos pararnos desde Santiago y creer que vamos a poder resolver todo desde aquí. Hay que tener espacios donde la gente pueda tomar decisiones a niveles distintos y que en los gobiernos internos de la institución participen más académicos y estudiantes. Es un proceso difícil, pero importante. Para transformar las instituciones y tener espacios de innovación, no puedes tener instituciones jerárquicas, porque la gente se asusta, no opina y no se da el espacio para cometer errores. Y justamente el mundo universitario es muy jerarquizado. O sea, el rector es casi como un ministro de Estado, pero no debería ser así. El rector/a es un ser humano y tiene que tener un liderazgo presente. Fomentar un diálogo más horizontal. 

¿Cómo crees que está vinculada esta horizontalidad en el relacionamiento con el futuro de la educación?

— Las universidades son organizaciones que están llenas de conocimientos. Su capital es el know how. Sin embargo, opinan y trabajan de una manera en que eso queda reducido a una lógica individual. Suele darse que un profesor/a está en su oficina con la puerta cerrada escribiendo papers. No es como una empresa, donde los equipos comparten y desde diferentes disciplinas miran un mismo problema. En Santo Tomás incentivamos la interdisciplinariedad, desde el resolver nudos críticos en el tejido social de Chile. Esa es nuestra mirada, y hemos aprendido cómo abordar problemas con equipos que se arman específicamente para la ocasión.

Entre 2019-2020, trabajaron con Unit en el rediseño de los servicios para mejorar las experiencias de los estudiantes. En ese entendido, ¿cuál fue el aporte de tener ese apoyo? ¿Por qué es relevante poner el foco en los usuarios? 

— Nuestro plan estratégico tiene cuatro ejes, pero el principal se llama “la experiencia transformadora del estudiante”. Nosotros tenemos la certeza de que un alumno que entra a estudiar con nosotros sale transformado después de los 5 años en Santo Tomás. A mí me encanta el mundo universitario de hoy, donde las/los estudiantes pueden hacer un montón de cosas afuera: voluntariados, debates, deportes, escuelas de líderes. Y para poder identificar todos esos intereses, el trabajo con Unit fue esencial. Y es que la experiencia transformadora también es una experiencia de servicio. 

Ahora estamos embarcados en poner todo este conocimiento en práctica en una institución de nuestra envergadura; con 13 sedes, 4.000 académicos y 27.000 estudiantes. Tenemos una fuerza muy grande que tiene que ver con el sentido de propósito personal e institucional, que en la gran mayoría de los casos coincide. Y eso hay que cuidarlo, encontrando en proyectos como éste nudos críticos para beneficiar a los alumnos con nuevos y mejores servicios.

Somos UNIT, compañía registrada en Chile como Diseño de Servicios SpA.

© 2019-2023 Unit