Ideas clave
- Antiguamente, el entendimiento de la resiliencia era limitado y estaba asociado a la habilidad de sobrevivir a una catástrofe o a una gran crisis.
- Sin embargo, hoy se ha integrado como parte del cotidiano y se ha agregado a las prácticas organizacionales.
- Como toda capacidad, demora tiempo en ser aprendida e instalada en el quehacer. Pero hay que entender que es algo que se entrena con tiempo, metodología y constancia.
Por Katalina Papic, socia y Directora Ejecutiva de Unit.
Con los rápidos cambios que hemos vivido en los últimos años, no es arriesgado decir que las instituciones y líderes necesitan de una nueva mirada para leer mejor el entorno. Una visión que les permita anticipar escenarios, y también entender las nuevas necesidades y motivaciones de las personas que nos rodean. Contrario a lo que se podría pensar, esto no se trata solo de poner un filtro y observar la realidad de manera pasiva, sino más bien implica desarrollar ciertas habilidades que podemos poner en práctica de manera consciente, y que nos pueden facilitar la toma de decisiones en momentos complejos.
Ahí es donde aparece la resiliencia o la capacidad de adaptación frente a escenarios adversos. Antiguamente, su entendimiento era limitado y estaba asociado a la habilidad de sobrevivir a una catástrofe o una gran crisis. Sin embargo, hoy se ha integrado como parte del cotidiano y se ha agregado a las prácticas organizacionales, al ser lo que muchas veces permite prepararse y adaptarse de manera rápida e inteligente a los cambios.
Me he dado cuenta de que este tema ha tomado más fuerza en los últimos años. Anteriormente, cuando se hablaba de innovación y cambios; siempre se cuestionaba la necesidad de introducir esas mejoras y adaptarse a los nuevos escenarios. Actualmente, no es así, pues las instituciones son más conscientes de la necesidad de desarrollar este tipo de habilidades dinámicas, ya sea a nivel de funcionarios, como también de autoridades.
Es interesante ver lo que pasó con el Bloomberg Mayors Challenge, cuya quinta edición se desarrolló en el año 2021. El objetivo de esta competencia fue identificar, escalar y replicar soluciones municipales en respuesta al impacto del Covid-19. Así, entendiendo que la pandemia era una situación crítica, los gobiernos locales desarrollaron su capacidad de resiliencia al generar nuevas soluciones para mejorar la calidad de vida de las y los ciudadanos.
Como esta no solo es una habilidad para un líder, sino que puede y debe ser desarrollada por funcionarios e instituciones en su conjunto, ¿de qué manera podemos estimular esta capacidad?
- Despertar: Hay que hacernos conscientes y darnos cuenta de que vamos a tener que enfrentar nuevos escenarios. No debemos negar esa realidad, sino aceptar que hay que adelantarnos a los desafíos. Solo así podemos usar esto a nuestro favor.
- Instalarlo en las prácticas diarias: Hay que abrirse a observar nuevos desafíos y ver cómo éstos van cambiando las necesidades de las personas. Además, es clave observar cómo los aspectos socioculturales permean las actitudes de las personas y la sociedad.
- Conectar con otros: Ya sea con personas u organizaciones. Y es que para enfrentar el cambio, se requiere de la energía del colectivo. Esas interacciones se pueden crear previo a los cambios del contexto.
- Abrirse a la oportunidad de experimentar: Eso significa aceptar que las cosas pueden salir mal, pero que eso es parte del proceso de aprendizaje.
- Tener procesos flexibles: Si las instituciones tienen estructuras rígidas, va a ser difícil actuar de manera rápida ante los cambios contextuales.
Lógicamente, -como toda capacidad- la resiliencia demora tiempo en ser aprendida e instalada en el quehacer, ya sea en la práctica diaria o en procesos institucionales. A pesar de ello, hay que entender que es algo que se entrena con tiempo, metodología y constancia.